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La noche en que un OVNI sacudió la modorra mendocina


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José Luis Verderico

Hace más de cincuenta años la Justicia de Mendoza se dedicó a investigar una extraña denuncia que fue noticia local y nacional: el caso de Villegas y Peccinetti, dos empleados del Casino de Mendoza que juraron haber sido interceptados por un OVNI y cinco extraterrestresen Ciudad, cerca del Liceo Militar.

El juez Jorge Marzari Céspedes tenía en los tribunales la fama de que todos los hechos raros iban a parar a su despacho del Primer Juzgado de Instrucción. "Lo único que te falta es meter preso a un plato volador", le habían dicho un par de colegas medio en sorna y medio en serio. Sin embargo, un día, ese comentario prácticamente se hizo realidad. Y se transformó en sumario policial y después en expediente.

Fernando Villegas tenía 26 años y Juan Carlos Peccinetti estaba por cumplir los 30. Trabajaban como pagadores del establecimiento estatal de juegos de azar, por entonces en la calle 25 de Mayo de Ciudad, entre Espejo y Sarmiento, donde funcionan complejos de juego de capitales privados luego de la privatización.

Según quedó asentado en la causa judicial que instruyó Marzari Céspedes, el sábado 31 de agosto de 1968 a las 3.42 el automóvil Chevrolet modelo ´34 de Villegas se detuvo abruptamente cuando iba hacia el norte para llevar a Peccinetti a su casa. El "encuentro" sucedió a 300 metros del campo de deportes del Liceo Militar General Espejo.

Era noche cerrada y el cielo estaba maravillosamente despejado. Una vez más, don Bernardo Razquin había dado en el blanco con el pronóstico anunciado la mañana anterior.

"Estábamos a punto de revisar si la batería del auto funcionaba bien cuando se nos acercaron cinco individuos completamente calvos y de cabezas más grandes que las normales. Estaban vestidos con una especie de overol, medían 1,40 metros de estatura y tenían la piel muy blanca"

Testimonios de Villegas y Peccinetti en el expediente

Al verse rodeados por esas figuras de características humanas, los pagadores del Casino atinaron a escapar por un sector cercano: un baldío. Pero se llevaron otra sorpresa.

"Un objeto lenticular de 5 metros de diámetro estaba suspendido en el aire. Un potente haz de luz salía por una abertura inferior y apuntaba en dirección al suelo. Estaba a 30 metros de nosotros y flotaba a un poco más de 1 metro de altura"

Del relato de Villegas y Peccinetti

Cuando a Juan Carlos Peccinetti le pidieron más precisiones de aquel episodio, recordó que tres de los personajes que los interceptaron "comenzaron a transmitirnos mensajes". ¿Los otros? Hacían de custodia de la nave, dijo. No hablaban como seres humanos: sí alcanzamos a percibir un mensaje claro e inteligente, siguió. "No temer, no temer" era la consigna que más repetían. El tono, dijo el testigo, apuntaba a persuadirnos.

¿Y qué les dijeron? -interrogó el juez Marzari Céspedes, a esa altura dedicado al caso a pedido de la Suprema Corte frente a la alta repercusión pública.

Que venían de dar tres vueltas al Sol y que estudiaban costumbres y lenguajes de los habitantes del sistema solar. Que el Sol alimentaba el sistema de manera bondadosa. Caso contrario, no existiría.

¿Ocurrió algo más?

La pregunta del magistrado estaba orientada a escuchar la versión de la segunda parte del hecho. Acaso tanto o más sorprendente que la del cruce fortuito con el objeto volador y los tripulantes. Villegas y Peccinetti siguieron el relato, diciendo esto:

"Sobre el estribo del auto y la puerta izquierda, uno de los seres trazaba signos con una especie de aparato. Por la sensación deslumbrante que causaba en los ojos era una especie de soldadura eléctrica"

De la exposición de los pagadores del Casino

A la mañana siguiente, en la puerta del Chevrolet y en esa plancha -que hacía de escalón- había nueve marcas. Eran signos de formato vertical y prolijamente dispuestos como para que pudieran ser interpretados por entendidos. Fueron peritados por personal de Criminalística, de la delegación local de la Comisión de Energía Atómica y hasta de la Marina de Guerra no solo para saber qué significaban, sino para saber de qué estaban hechos.

El objeto volador desapareció en el maravilloso cielo despejado luego de un breve fogonazo, recordaron los hombres. Antes, uno de los tripulantes tomó a Peccinetti y Villegas de las manos y les practicó pinchazos en los dedos índice y pulgar de la mano izquierda"Fue como cuando te sacan sangre", comparó Peccinetti, según las crónicas especializadas. Previamente les habían mostrado una especie de pantalla televisiva con imágenes de una explosión atómica.

Aquella madrugada, un Fernando Villegas desencajado y exhausto corrió hasta la guardia del Liceo Militar y habló de la experiencia vivida por primera vez. Su compañero de odisea lo seguía. Iba menos asustado. Más pensante.

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Marzari Céspedes se enteró del caso el domingo 1 de septiembre por los diarios. Ni siquiera estaba de turno como para abrir una investigación. Pero lo hizo. Se metió en el asunto de a poco. Como atraído por una fuerza que muchos definen con una sola palabra: curiosidad. Entonces inició un expediente contra NN (autores desconocidos) por el delito de lesiones leves (los pinchazos en los dedos) contra los pagadores del Casino.

Para darle un contexto de seriedad jurídica, el magistrado ordenó que los empleados del Casino fueran sometidos a peritajes médicos y psiquiátricos. Quería saber si decían la verdad pero especialmente si alguno de ello padecía de algún desorden mental, si era de perfil fabulador. La Junta Médica trabajó con ellos durante cuatro horas y media.

Una de las primeras pruebas fueron dosajes de alcohol, pero la conclusión de que no habían bebido ni una gota agigantó el misterio.

Hasta dibujos y un croquis de aquella noche debieron hacer. Los trazos y las formas eran casi infantiles. De ellos mismos, de los personajes, del arbolado cercano y del baldío. Y esencialmente de lo que consideraron un objeto volador.

La matemática es el idioma universal -diría Peccinetti al juez.

¿Y eso? -preguntó Marzari Céspedes.

Eso fue lo último que dijeron los visitantes antes de desaparecer.

 

Mandato supremo

 

La Corte local instruyó al usía a conducir la investigación con las riendas cortas, sin perder de vista los términos de la denuncia ni las garantías.

Las publicaciones porteñas ya se ocupaban del caso. Como ASÍ, la revista sensacionalista creada por El Gallego Héctor Ricardo García, fundador del diario Crónica y del canal de noticias Crónica TV. También como la emblemática Gente, que contaría para la ocasión con el trabajo de Rodolfo Braceli desde Mendoza.

Los denunciantes fueron representados por Ignacio Correa Llano, quien acusó al usía de haber presionado a sus clientes "por los términos y el modo" en que los había interrogado. Correa Llano era abogado pero también era ufólogo (investigador del fenómeno OVNI con sus informes y publicaciones). Presidía el Centro de Investigaciones Espaciales de Mendoza (CIEM), que tuvo fuerte opinión en el caso.

Para otro ufólogo, Victorio Corradi, quien fue vicepresidente del CIEM, las inscripciones halladas en el auto de Villegas fueron una especie de "grafitti cósmico", como declaró en 2009 al portal Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina, del periodista Alejandro Agostinelli.

El informe de la Comisión Nacional de Energía Atómica indicó que había niveles normales de radioactividad en el baldío. También habían practicado mediciones en el hospital El Sauce, adonde los denunciantes habían sido llevados. Allí tampoco hubo pruebas preocupantes.

Como parte de la investigación, el comisario Miguel Montoza retuvo el reloj de Peccinetti: un Precision con 17 rubíes antimagnético que se había detenido a las 3.42 del 31 de agosto, el momento preciso del denunciado "contacto extraterrestre".

El teniente Luis Cunietti fue designado por la IV Brigada Aérea para ocuparse de las derivaciones de la investigación civil. Envió todas las conclusiones a la Junta de Investigaciones Espaciales. No solo las referidas a las cuestiones técnicas: también su parecer acerca del estado de salud emocional de los pagadores del Casino, ya que presenció al menos una de las sesiones con los terapistas.

Al diario La Nación, el jefe policial le confió que dentro del Chevrolet, especialmente en el piso, los peritos hallaron "considerables cantidades de magnesio y sales de magnesio".

El ánimo social y la preocupación iban en aumento. A tal punto, que la Policía de Mendoza lanzó un comunicado destinado a aplacar el pánico en potencia. El jefe, Roberto Hartkopf, explicó: "Quisimos evitar que en Mendoza pasara, por causa del pánico, lo que pasó en Estados Unidos cuando Orson Wells simuló la guerra de los mundos. El pánico es incontrolable"

Y se valió de un episodio ocurrido en Ecuador para explicar el objetivo de la advertencia institucional.

"A través de una audición radial se simuló la llegada de seres extraterrestres y las consecuencias fueron graves: éxodo, incendio de la emisora y hasta funcionarios víctimas del pánico"

Roberto Hartkopf, jefe de la Policía de Mendoza en 1968

 

Conclusión y final

 

"Pienso que el caso se trata de un cuento", comenzó diciendo Marzari Céspedes entre otras conclusiones. "No creo en los ovnis, por eso mismo fui al lugar pero no dispuesto a encontrar radioactividad sino a encontrar la verdad". 

Contradicciones "a granel por parte de Peccinetti", dijo el juez haber hallado tras haber practicado la reconstrucción del hecho a la misma hora y en los mismos lugares donde, según los denunciantes, se habían desarrollado el traslado desde el Casino rumbo al barrio Cano y el posterior encuentro con seres interplanetarios.

"Se trató de un cuento padre. Fue una broma de Peccinetti a este muchacho Villegas que, sin querer, se amplificó y escapó al control de los organizadores"

Juez Marzari Céspedes

Haber alterado la tranquilidad pública. Esa era la única acusación judicial posible para Peccinetti. Sin embargo, el propio usía se anticipó a decir que esa imputación tampoco serviría de nada. Entonces, actuó en consecuencia.

 

La vida sigue

 

Peccinetti y Villegas dejaron de trabajar en el Casino poco tiempo después del raro episodio. Justo un año después, en agosto de 1969, el primero fue detenido en La Rioja por estafas en perjuicio de productores de aceitunas. Villegas ya era mozo de un restorán.

Año 1970. Peccinetti vuelve a ser tapa de los diarios. Ya no en Mendoza ni en La Rioja. Esta vez en Chile. Ya no por una broma pesada. Tampoco por estafas con cheques. Ahora está acusado del asesinato de un contador. El robo de dinero sería el móvil. Junto a dos cómplices.

 

Hoy

 

Peccinetti y Villegas están muertos.

El juez Marzari Céspedes también falleció.

A todos ellos los sobrevive esta historia extraña. Curiosa. De condimentos esotéricos, religiosos, políticos y sociales.

Un episodio que sacudió la modorra típicamente mendocina. Casi un milagro en este punto del globo.

Fuente: https://www.diariouno.com.ar/sociedad/noche-ovni-sacudio-modorra-mendocina-06172019_Syy-Ikx1B

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